Los niños y las niñas tuvieron por lugar de juego un campo de combate y otros ingresaban desde muy pequeños en los ejercitos.
Ante la ausencia de sus padres, algunos niños tenían que vender en los mercados o trabajar como ayudantes de zapatero o en los hornos de cerámica.
Las niñas ayudaban a sus mamás en el trabajo de la casa o del campo, y si sus padres eran insurgentes entraban en la lucha armada.
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